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¿Sufres de paraskevidekatriaphobia o miedo a los Viernes 13? Pues parte de la culpa la tiene un financiero estadounidense del siglo XIX llamado Thomas W. Lawson.

Aunque la superstición es de muy larga data, le acreditan haberla fijado en la conciencia moderna con su novela titulada, precisamente, «Viernes 13», que trata sobre un corredor de bolsa que elije ese día para hundir a Wall Street.

Pero la asociación de esta fecha con Lawson no termina allí. Cuenta la leyenda que unos meses después de publicar su novela, más precisamente el viernes 13 de diciembre de 1907, se hundió un enorme velero que el magnate hizo construir -el barco más grande de vela jamás construido sin una máquina de propulsión- y que llevaba su nombre.

La embarcación transportaba cerca de 60.000 barriles de aceite ligero cuando se hundió y el derrame que causó es considerado el primer gran desastre ecológico de su tipo.

¿Quien fue Thomas W. Lawson?

Nació en 1857 en Charlestown, Massachusetts, y siendo niño perdió a su padre, un veterano de la Guerra Civil quien murió como consecuencias de sus heridas.

A los 12 años se vio forzado a trabajar y obtuvo un puesto como botones en un banco en Boston. Allí forjó su ambición de hacerse rico.

De muy joven se hizo especialista en la compra y venta de acciones, y los historiadores cuentan que tenía un talento excepcional para elegir los títulos que más se valorarían.

Pero su fortuna la haría de forma más cuestionable: usando sus conocimientos para manipular los mercados financieros.

Lawson se especializó en la minería, en especial en el mercado del cobre, ya que Boston era el centro financiero de esa industria.

El boom del cobre a finales del siglo XIX lo ayudó a convertirse en multimillonario.

Pero mientras él se hacía rico, muchas de las personas a las que asesoraba perdían enormes cantidades de dinero, lo que lo transformó en uno de los «barones ladrones» más controvertidos de la llamada Edad dorada.

La trágica historia del velero Thomas W. Lawson

El miércoles 19 de noviembre de 1907, a cargo del capitán George Warshington Dow, la goleta Thomas W. Lawson levó anclas y zarpó del puerto de Filadelfia con una carga de 58.000 barriles de aceite de parafina (un tipo aceite ligero) en sus bodegas. El viaje estaba fletado por la Compañía Anglo Americana de Petróleo, una filial de la Standard Oil, con destino a Londres. Tras haber zarpado de la desembocadura del Río Delaware el pasaje fue bastante terrible debido a las tormentas reinantes en el Océano Atlántico del Norte. El buque perdió varias velas y todos los botes salvavidas. Además la escotilla grande número seis fue destruida por olas gigantes. Por esta razón las bombas de achique fueron atascadas por una mezcla de carbón (para la máquina de vapor) y de agua marina. Fue un viaje repleto de incidentes.

El viernes 13 de diciembre de 1907, el barco se encontraba no muy lejos ya de la costa de las Islas Sorlingas y cerca del faro «Bishop Rock» («Roca del obispo», el faro más occidental en Europa), una zona marina realmente peligrosísima por las rocas semisumergidas, por tiempo muy nuboso. El torrero disparó unas bengalas. Otra vez la goleta fue sorprendida por un fortísimo temporal. El capitán G. Dow decidió echar el ancla, en espera de una mejoría durante la noche. Mientras, desde las cercanas islas de St. Agnes y St. Mary’s, algunas personas se percataron del peligro que corría la tripulación del Thomas W. Lawson, y mandaron dos botes salvavidas, uno de St. Agnes y el otro de St. Mary’s a las cuatro horas. Cuando llegaron a su altura le preguntaron al capitán si necesitaba ayuda pero dijo que no y «que su buque habría pasado peores tormentas». Conscientes del peligro, le repitieron la pregunta, y esta vez el capitán dijo que quizás aceptaría un piloto familiarizado con esta peligrosa zona marina. El bote de St. Mary’s abordó la popa de la goleta y tuvo que volver inmediatamente para reparar el daño y pedir unos remolcadores de Falmouth, pero éstos no pudieron venir a causa de la tormenta (a las 10:20 por la tarde). Entonces William Hicks, el mejor piloto profesional de las islas, subió a bordo del Lawson, pero realmente poco podía hacer salvo esperar que el tiempo mejorara en la noche. El bote de St. Agnes se quedó al costado de la goleta, pero volvió más tarde a su puerto por enfermedad grave de un marinero. Después de medianoche la tormenta se hizo más fuerte, y cerca las dos horas y media por la mañana las lámparas de barco se extinguieron, la cadena del ancla de babor se rompió, por lo que el buque, con su estribor, fue derrapado contra las rocas por las ondas. La goleta recibió terribles impactos que abrieron unas vías de agua. Al segundo o tercer impacto del velero contra las rocas, los siete mástiles se rompieron y se precipitaron en el mar, la popa del buque rajó detrás del mástil número seis, y finalmente la goleta volcó y se hundió – descargando miles de barriles de parafina al mar.

16 de los 18 marineros perdieron la vida, además del piloto William Hicks que ya estaba a bordo, cerca de la popa. A pesar de que todos los tripulantes disponían de chalecos salvavidas (por orden del capitán a las diez por la tarde del 13 de diciembre de 1907), la mayoría murieron sumergidos por la jarcia y el aparejo, atrapados en la cantidad de petróleo vertida al mar o al golpearse contra las rocas. El capitán George W. Dow, su ingeniero Edward Rowe y un tercer marinero llamado George Allen, un inglés, (quien murió el domingo 15 de diciembre debido a las graves lesiones sufridas) sobrevivieron, lograron asirse a unas rocas y resistieron durante horas terribles con peligro de muerte, siendo rescatados por la mañana, ya al fin de sus fuerzas. Sólo cinco cadáveres fueron encontrados y sólo tres podrían ser identificados con seguridad: el mayordomo Mark Stenson de Brooklyn, Nueva York, un marinero alemán, Gustav Böhnke y un marinero sueco llamado Victor Hansell. Los otros cuerpos fueron encontrados sin testas ni brazos, de quienes otro cadáver fue identificado por E. Rowe como un nativo de Nueva Escocia (sin saber su nombre), todos sepultados junto con el cuerpo de G. Allen en el cementerio de St. Agnes con todos los honores.1

Probablemente el naufragio del Thomas W. Lawson fue el primer desastre ecológico por petróleo en la historia naval (pero no fue extremamente mal para el entorno por el aceite ligero cuyos rastros desaparecieron el siguiente verano), justo sesenta años antes de la encalladura del Torrey Canyon en ese mismo lugar vertiendo 120 000 toneladas de aceite crudo. Actualmente el pecio roto y disperso del Thomas W. Lawson yace a 17 metros de profundidad, en las coordenadas geográficas: 49º53’56» Norte; 6º23’13» Oeste (49°53′38″ N, 6°22′55″ O), siendo visitado por submarinistas, con buen tiempo tranquilo. La popa con el mástil número siete se encuentra en una distancia de 400 metros separada del casco.


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